domingo, 17 de febrero de 2013

Sexo, género y violencias

“Violencia de género” es un término tan ampliamente extendido como mal utilizado. Poca gente comprende verdaderamente a qué refiere este concepto, confundiéndolo a menudo con la violencia dentro de una pareja o expareja sentimental. Más común es equiparar el término de violencia de género a la violencia ejercida por uno de los sexos hacia el otro, por pertenecer éste al otro sexo (por sexismo); sin embargo, yo tampoco estoy de acuerdo con esta perspectiva, pues equipara y confunde dos conceptos fundamentales: sexo y género. 

Para los que no comprendan tal diferencia, sexo hace referencia a la condición biológica que distingue a los machos de las hembras (obviando a intersexuales, etc), como sus genitales o cromosomas; género, por su parte, se refiere a la construcción social de lo que en cada sociedad se considera ser un hombre o ser una mujer (masculinidad y feminidad), que se materializa en el comportamiento, expectativas, gustos, etc. Sexo y género tampoco están intrínsecamente unidos (ya que si no tampoco se diferenciarían), como muestran millones de personas de ambos sexos que no se identifican con las características adjudicadas a su género.

Una vez esclarecido este punto aclararé las diferencias que existen entre los tres tipos de violencia a los que me he referido en un principio: violencia conyugal o de pareja, violencia de género y violencia sexista. 

La violencia conyugal hace referencia a la violencia física o verbal ejercida dentro de de una pareja (esposos, novios o como ellos se llamen) o expareja, ya sea unilateral o bilateral (ejercida por uno o por ambos miembros de la pareja hacia el otro). Hay infinitud de motivos por los que puede darse la violencia dentro de una pareja, ya sea del hombre hacia la mujer, de la mujer hacia el hombre o de un hombre o mujer hacia su compañero del mismo sexo: porque se odian, porque se quieren vengar de alguna jugada que el otro les haya hecho, por despecho como consecuencia de que el otro les haya sido infiel, etc. Por ello, independientemente de que sea o no lo más común, que un hombre agreda puntual o reiteradamente a una mujer que es su pareja no implica necesariamente que esa violencia sea de género, ya que puede darse por muchísimos otros motivos completamente ajenos al género y al sexo. 

La violencia de género (así como la violencia sexista, que creo que se consideran sinónimos) es oficialmente considerada la violencia ejercida por uno o varios individuos del género dominante sobre otros individuos del género dominado, utilizando los primeros su posición privilegiada en contra de los individuos con una posición inferior, aprovechando esta asimetría de género para manipularlos, humillarlos, agredirlos, someterlos, etc. Es por ello que la violencia de género se considera unilateral, pues en una sociedad con dos géneros jerárquicamente diferenciados sólo uno puede ser el dominante y otro el dominado, que en nuestro caso es el masculino y el femenino, respectivamente. Por tanto, sólo un hombre podría ejercer la violencia de género hacia una mujer, nunca una mujer hacia un hombre. 

Sin embargo, el término utilizado para nombrar este tipo de violencia no me convence, pues considero que el concepto de violencia de género no agota sus posibilidades con esta definición. Considero, por tanto, que “violencia de género” habría de hacer referencia a la violencia ejercida por un individuo o conjunto de individuos hacia otro/s de su mismo o distinto sexo por cuestiones de género, violencia que, de acuerdo a esto, puede ser ejercida tanto por hombres como por mujeres. Al igual que un varón, una mujer podría ejercer violencia de género hacia un hombre en tanto que lo humillase o agrediese física o verbalmente como castigo por no cumplir con lo que consideraría las expectativas de su género: por no ser valiente y mostrarse débil, ganar menos dinero que ella, no comportarse con ella de forma caballerosa, no estar siempre dispuesto a mantener relaciones sexuales, etc. o por ejemplo, en el caso de que sea un niño, por querer jugar con los juguetes socialmente asignados a niñas. Por ello, las mujeres que ejercieran la violencia de género no serían nunca feministas ni hembristas, pues ambas están en contra del patriarcado y los mandatos de género (o, en el caso de la hembrista, como mínimo de los mandatos de género masculinos), y por tanto en el caso de una hembrista que agrediese injustamente a un hombre ésta lo haría porque lo prejuzgase como opresor o algo por el estilo por pertenecer al sexo masculino, no por no cumplir unas expectativas de género, que rechaza. En consecuencia, las mujeres que ejercieran la violencia de género sólo podrían ser machistas o patriarcales, pues pretenderían el correcto cumplimiento del rol de género masculino –dominante- y por tanto la pervivencia del sistema patriarcal. 

Debido a esto, y para diferenciarlo de esta violencia de género bilateral a la que me acabo de referir, creo que el concepto utilizado para mencionar la violencia unidireccional del género dominante para someter al dominado debería de recibir un nombre más específico. Yo propondría, por ejemplo, el de violencia supremacista de género

La violencia sexista, como acabo de señalar, suele utilizarse como sinónimo de esa violencia supremacista de género. Sin embargo, desde mi punto de vista habría de hacer referencia a la violencia ejercida por un sexo hacia el otro por razón de su sexo. Un hombre machista que agrediese a una mujer por ser mujer (hembra) estaría ejerciendo una violencia sexista; una mujer hembrista que agrediese a un hombre por ser hombre (macho) estaría ejerciendo también una violencia sexista.

Como ya he dicho, en una sociedad patriarcal una mujer hembrista nunca ejercería violencia de género hacia un hombre, sino sexista. Sin embargo, un hombre podría ejercer violencia de género y sexista hacia una mujer, o simplemente violencia sexista sin la de género, aunque serían casos excepcionales: por ejemplo, el de un hombre que simplemente por misoginia agrediese al azar a una mujer que se encuentre en la calle por el mero hecho de ser mujer. Pero si ese hombre no escogiese a esa mujer al azar, sino porque llevaba una falda muy corta y, según él, las mujeres no deberían salir así vestidas a la calle; o porque simplemente se encontraba en el espacio público cuando considera que debería recluirse en la esfera doméstica, entonces esa violencia es asimismo de género. Y es que, en la violencia de género, la personalización de ésta en un compañero sentimental no es su única posibilidad, e incluso la misma agresión física o verbal no es más que la punta de un gran iceberg.


PD: para que nadie me acuse de estar comparando la incidencia de la violencia de varones hacia mujeres con la que se da por parte de mujeres a varones, aclararé que esta última es bastante más reducida, especialmente la violencia física y sobretodo los asesinatos (sólo un 9% de las víctimas mortales a manos de sus parejas (del mismo u otro sexo) son hombres). Y no, no es porque los hombres sean más malos, sino por los roles de género en los que se nos educa (y, por esto mismo, imagino que la violencia de una mujer a un hombre por cuestiones de género ha de ser algo bastante más reducido todavía). En cuando al hembrismo, ésta es también una actitud muy minoritaria en comparación al machismo, y que muy raramente llegaría al punto de materializarse en forma de violencia física.