sábado, 22 de diciembre de 2012

El suicidio

Mucha gente mantiene, al menos en la teoría, que está a favor de que cada uno haga lo que quiera con su vida mientras no implique dañar a terceros. En la práctica, no obstante, los prejuicios suelen tener más fuerza que los paradigmas, especialmente cuando “hacer lo que quieras con tu vida” significa acabar con ella. 

Los motivos para oponerse a esta libre toma de decisión son de diversa índole: se dice que es egoísta, cobarde, malo y desagradecido, un pecado o un error. Como de costumbre no voy a meterme en concepciones religiosas, pero sí podría decir algo del resto de pretextos. 


Es cobarde: algunos lo llaman “camino fácil” cuando la mayoría de esa gente ni siquiera se ha planteado nunca seriamente esa alternativa, ya que su vida les merece la pena. Por otra parte, gran parte de la gente que sí lo desea no lo hace o lo pospone porque no consigue el valor suficiente para hacerlo ¿no sería entonces lo cobarde el no suicidarse, cuando sólo te mantienes con vida porque ese “camino fácil” en realidad para ti es realmente difícil de tomar? La cobardía o bien consideramos que está en toda carencia de valor para hacer algo por miedo a ese algo o sus consecuencias (con lo que tanto podríamos llamar cobarde a toda la gente que se suicida porque no quiere seguir viva como a toda la gente que no lo hace porque quiere estarlo) o bien en la carencia de valor para hacer algo que deseamos, por miedo a ese algo o sus consecuencias (con lo que la gente que quiere suicidarse y lo hace en realidad es valiente). 

En cualquier caso, detesto esa sobrevaloración de la valentía fruto de la ideología patriarcal. Si bien cierto grado es necesario para enfrentarte a la vida, eso no lo convierte en virtud, sino en instrumento. Igual que no consideraría reprobable que alguien no pudiera andar porque fuera inválido, o no supiera leer o escribir correctamente por falta de instrucción, o no pudiera correr tanto como yo por tener una peor constitución física, tampoco considero algo reprobable que alguien se vea incapaz de enfrentarse a algo por cobardía. Ni tener piernas hábiles, ni saber leer y escribir, ni tener buen fondo físico ni ser valiente los considero “virtudes morales” que te hagan mejor persona como para que me parezca legítimo reprobar a alguien por no poseerlas, y menos aún cuando la cobardía en algún acto sólo te concierne a ti mismo, como en el caso del suicidio. 


Es desagradecido: algunos opinan que “la vida es un regalo” y les ofende que seas tan “desagradecido” de no aceptarlo. Mucha gente puede considerar la vida un regalo una vez la posee, pero primordialmente lo que ha sido es una imposición: nunca nadie nos preguntó desde nuestra no-existencia si queríamos nacer, cuándo ni bajo qué condiciones, simplemente a unos individuos (padres) les apeteció sacarse de la manga un nuevo ser sintiente con necesidades para luego cubrirlas parcialmente durante unos años. Menciono esto porque me llama la atención, en la misma línea de este argumento, que se considere que debemos estar eternamente agradecidos a nuestros padres por el regalo de la vida y los cuidados que hemos recibido de ellos, cuando en primer lugar no éramos nadie antes de nuestra concepción como para que pueda haber alguna razón no egoísta en la decisión de concebirnos, y en segundo lugar nosotros no tendríamos hambre, sed, frío, calor, enfermedad, necesidad de afecto y de cuidados, etc. que nuestros padres (en algunos casos) han curado y cubierto si no fuera porque esos padres, al concebirnos, lo hicieron sabiendo que nos crearían esas y otras necesidades (que ni siquiera se comprometerán a cubrir durante toda nuestra vida, sino sólo al inicio de ésta). No considero que si le rompo a alguien las piernas y luego lo llevo a todas partes donde él quiera ir deba estarme agradecido por transportarlo diariamente en silla de ruedas, pues no lo necesitaría si yo no le hubiera creado esa necesidad, y por tanto más que un favor lo vería como un deber. 

Finalizado este paréntesis vuelvo al tema principal: si la vida es un “regalo” impuesto que nos vemos obligados a usar ininterrumpidamente, el mínimo derecho que cabría reivindicar aquí es que podamos “descambiarlo” cuando queramos. En caso contrario definitivamente no podría ser considerado un regalo (con o sin comillas), sino un castigo. 

Dicho esto, quiero aclarar que no estoy diciendo que la vida sea algo malo ni pretendo alentar a nadie a acabar con la suya: la vida es horrible para quien así la considere y maravillosa para quien así la vea, pero en cualquier caso ha sido una imposición, la agradezcamos o no. Por tanto sólo reivindico el derecho de que, quien lo desee, pueda volver voluntariamente a la no-existencia de la que ha sido arrebatado involuntariamente. 


Es un error: quitarse la vida es irreversible, y eso hace que muchos de aquéllos que consideran la vida un regalo se opongan al suicidio. Te piden que lo intentes todo y más antes de tomar esa decisión, y veo muy positivo ofrecer alternativas, pero no siempre las hay para esa persona, o no siempre las quiere. Hay gente que puede estar pasando por una mala etapa de la que pronto se recobrará y, una vez bien, habrá agradecido no haberse suicidado, pero hay otros para los que sus problemas y sufrimientos no son ninguna etapa, o hay otros para los que, aunque pueda ser una etapa, esa etapa se le presenta tan dolorosa y dilatada que no le merece la pena tener que soportar todos esos sufrimientos por una ciertamente futura o meramente posible vida más feliz. 

La empatía de la gente en estos y otros problemas suele estar bastante atrofiada, pues muchos son demasiado egocéntricos como para ser capaces de entender (o intentar entender) la perspectiva del otro más allá de su propia experiencia. Algunos se empeñan en que algo tiene que funcionarle a otra persona porque a ellos les ha ayudado en un momento similar, o en que deben actuar de la misma forma y tomarse las desgracias de la misma forma que ellos han hecho, como si todos los individuos tuvieran las mismas capacidades, limitaciones, axiologías, genética o niveles de serotonina. 


Nuevamente, no pretendo alentar con esto a nadie al suicidio, sino sólo a la comprensión. Se puede ofrecer ayuda y alternativas siempre que las haya, pero no deberíamos obligar a nadie a que las tome. La decisión final no es de los demás, sino de la propia persona a la cual pertenece -sólo a ella- su vida. 


Es egoísta: haces sufrir a la gente que te quiere por tu “capricho” de no querer seguir viviendo, arguyen algunos. No obstante, este argumento se puede utilizar para miles de cosas con las que probablemente (o al menos en algunas) no estarían de acuerdo: ¿es egoísta irte a vivir a otro país si es lo que deseas porque haces sufrir a la gente que te quiere? ¿Es egoísta ser gay y establecer relaciones amorosas/sexuales con alguien de tu mismo sexo si las personas que te quieren no lo aceptan? ¿Es egoísta independizarte de tus padres cuando ellos quieren que sigas viviendo en su casa? ¿Es egoísta estudiar Derecho cuando tus padres desean fervientemente que estudies Medicina? Etc etc. Por supuesto que muchas decisiones que tomemos pueden dañar a otros -e incluso a gente que queremos- de forma incidental, pero mientras las decisiones sólo nos incumban directamente a nosotros mismos tenemos todo el derecho de tomarlas y elegir el camino que queremos seguir en nuestra vida. 

Por otra parte, si mis amigos prefieren verme sufrir por tener que soportar una vida que no quiero vivir antes que verme muerta por decisión propia, creo que los únicos que merecen el calificativo de egoístas son ellos que, desde luego, yo no llamaría amigos. Si alguien verdaderamente nos quiere y no meramente nos “utiliza” querrá lo mejor para nosotros, y desde luego querer disfrutar de nuestra compañía independientemente del sufrimiento que nos cause (por no poder irnos a vivir donde deseamos, estar con otras personas, hacer las cosas que nos gustan o acabar con nuestra vida si así lo queremos) no es querernos ni querer lo mejor para nosotros ¿Por qué habríamos de preocuparnos por el sufrimiento que nuestra muerte cause a un “amigo” o familiar que prefiere vernos sufrir contra nuestra voluntad a vernos muertos por decisión propia? 


Es un intento de llamar la atención: mucha gente afirma querer suicidarse pero no lo hace o lo intenta y no lo logra, lo que la gente suele tachar como un intento de llamar la atención, ridiculizando y desacreditando la intención de esas personas. Para esa gente, como he comentado al principio, suicidarse es una solución fácil (pero que nunca, en la mayoría de los casos, se les ha pasado siquiera por la cabeza) y quien no lo hace es porque no quiere. Como ya señalé en puntos anteriores, lo considero una total muestra de ombliguismo y, en muchos casos, un ombliguismo que parte de estar muy lejos de conocer lo que significa encontrarse en esa situación. No niego con esto que haya personas que finjan querer suicidarse para llamar la atención (aunque tampoco creo que sea algo ridiculizable, pues en muchos casos puede ser resultado de graves problemas de inseguridad o trastornos que dañan a la persona), sino que simplemente en estos casos el querer está muy lejos del poder. El instinto que nos impulsa a preservar nuestra vida es generalmente muy intenso, incluso aunque racionalmente queramos acabar con ella, por no hablar del miedo al sufrimiento. No es fácil sobreponerse al miedo ante una decisión de tal magnitud e irreversibilidad, y no hay muchas formas accesibles de hacerlo que te aseguren instantaneidad, eficacia y ausencia de dolor. En algunos casos la confusión o el miedo paraliza a las personas en mitad de su intento, y otras veces pueden verse incapaces de tomar tal decisión y lo dejan a la suerte: lo intentan dejando una mínima posibilidad de salvarse de forma que, quizás, de darse el caso, esa experiencia se convierta en un punto de inflexión en su vida. 


No diré que hablo desde el conocimiento de la situación (y aún de ser el caso, los motivos que puedan impulsarte a acabar con tu vida son infinitamente diversos, por lo que no tendría el "conocimiento" de todas las situaciones), pero sí desde un intento de comprensión y reflexión y desde el conocimiento de casos cercanos. En cualquier caso, si consideráis que se me escapa o me equivoco en alguna cosa, por supuesto (como en el resto de mis entradas), estoy abierta al debate.